Juan Pablo II en frente del la guerra de Irak del del año 2003

El ataque de los Estados Unidos en el año 2003 tenía como objetivo imponer una democracia estable y liquidar la red de Al Qaeda en Irak. En lugar de eso, empezó una guerra civil sangrienta y contribuyó a la creación del Estado Islámico que aterrorizaba la región durante años. Juan Pablo II intentaba impedir el conflicto que costó vidas de cientos de miles de vidas.
11 de septiembre 2001
Atentado terrorista a World Trade Center y Pentágono.
20 de marzo 2003
El comienzo de la invasión de ejércitos de la coalición liderados por los americanos contra Irak.
1 de mayo 2003
El presidente de los Estados Unidos George W. Bush anuncia el fin de las acciones militares de la invasión. 
Diciembre del año 2003
Retirada de las fuerzas de estabilización americanas. 
Los años 2014-2017
Guerra civil en Irak y Siria contra el Estado Islámico.
Guerra - fracaso de humanidad
«¡No a la guerra! Ésta nunca es una simple fatalidad. Esta siempre es una derrota de la humanidad. El derecho internacional, el diálogo leal, la solidaridad entre los Estados, el ejercicio tan noble de la diplomacia, son los medios dignos del hombre y las naciones para solucionar sus contiendas» dijo Juan Pablo II al cuerpo diplomático en el Vaticano el 13 de enero del año 2003, cuando la guerra contra el régimen de Sadam Huseín en Irak ya estaba en el aire. El papa probó todos los medios disponibles para detener de la guerra al presidente de los Estados Unidos George W. Bush y su administración, que, según él, era una amenaza, no solo para el Medio Oriente, pero también para el orden mundial.
Génesis del conflicto
Sadam Huseín empezó su gobierno dictatorial en Irak en el año 1979. El año siguiente empezó la guerra con Irán, que duraba ocho años y arruinó la economía de Irak - para salvarla Sadam Huseín se decidió a la invasión de Kuwait en el año 1990. Una coalición dominada por los Estados Unidos con el permiso de la ONU salvó Kuwait el año siguiente. Desde ese tiempo las relaciones entre los Estados Unidos e Irak eran hostiles y desde el año 1998 el derrocamiento de Sadam se convirtió en la política oficial de los Estados Unidos - por el momento, principalmente por el apoyo de las organizaciones listas a eliminar el dictador.

En el año 2000 George W. Bush fue elegido presidente de los Estados Unidos. Su administración republicana desde el principio declaraba su interés en la invasión de Irak. El 11 de septiembre del año 2001, 19 secuestradores tomaron control de cuatro aviones americanos. Dos de esos aviones impactaron contra World Trade Center en Nueva York, uno contra el Departamento de Defensa americano - Pentagon, el último no llegó a su destinación gracias a la intervención de los pasajeros. Como resultado de los atentados casi 3.000 personas murieron. Al Qaeda admitió haber organizado los atentados. El 20 de septiembre del año 2001, Bush anunció durante una conferencia el empiezo de la guerra con terrorismo y la doctrina de la guerra preventiva, según la cual los Estados Unidos tenían derecho a invasión de cada país percibido como una amenaza para seguridad de los Estados Unidos. En octubre del año 2002, el Congreso de los Estados Unidos autorizó al presidente a «usar todos los medios necesarios» contra Irak. En realidad, el ejército americano ya desde julio operaba en el terreno del norte de Irak, organizando al lado de los americanos las unidades de kurdos, una minoría nacional en Irak, contra el régimen de Sadam Huseín.
Empujo por la guerra
La administración de Bush inmediatamente después del atentado empezó acusar a Irak de presunto apoyo de las acciones terroristas de Al Qaeda. Sin embargo, se abstuvo del ataque queriendo obtener el apoyo de la ONU antes. En septiembre del año 2002, Bush presentó en el foro de la ONU las acusaciones al régimen de Sadam Huseín. La acusación principal fue el almacenamiento de armas de destrucción masiva en Irak y el trabajo en desarrollo de ellas, también de arma nuclear. La ONU emitió una resolución que mandaba a Irak dejar entrar a los inspectores y cumplir todas las obligaciones de desarmamiento. Irak aceptó la resolución; los inspectores de la ONU hasta el febrero del año 2003 no encontraron ningunos rastros de las programas de construcción de las armas de destrucción masiva. El 5 de febrero, el secretario de estado de los Estados Unidos Colin Powell presentó en frente de la Asamblea General de las Naciones Unidas unas pruebas de existencia de laboratorios de arma química en Irak y de relación entre el régimen de Sadam Huseín y Al Qaeda. Powell estaba convenciendo a la ONU y el mundo entero que Sadam Husaín escondió de los inspectores los recursos de armas de destrucción masiva y los laboratorios. Con el tiempo, resultó que todas esas acusaciones eran falsas. Entre las razones para declarar la guerra a Irak, los americanos dieron también el deseo de cambio del régimen criminal de Sadam Huseín e introducción de un sistema democrático, liquidación de las redes terroristas en esas tierras, restablecimiento de la paz internacional y mejoramiento de la situación económica del país.

Europa y el mundo se dividieron entre los partidarios y los opositores. Protestaron ante todo Alemania, Francia y Rusia; los aliados de los Estados Unidos eran el Reino Unido, Australia, España y Polonia, entre otros. No llegaron a obtener el soporte de la ONU, pero los Estados Unidos decidieron atacar sin la autorización internacional. El 17 de marzo del año 2003, Bush dió a Sadam Huseín y sus hijos 48 horas para irse de Irak.
Voz de objeción
Después del ataque de 11 de septiembre del año 2001, Juan Pablo II condenó duramente el terrorismo, al mismo tiempo haciendo esfuerzos intensos para no vincular irreflexivamente el terrorismo islámico con islam y la cultura musulmana. Así quería salvar el mundo del conflicto de civilizaciones y hacer para que la lucha con el terrorismo no fue recibida en el mundo musulmano como la siguiente cruzada. En el septiembre del año 2001 fue a Kazajstán, donde expresó «el respeto de la Iglesia católica por el islam, el auténtico islam». Advirtió también contra la extensión de responsabilidad por actos de terrorismo de personas a naciones enteras. El papa no fue impulsado solo por el deseo de justicia, pero también el cuidado por la paz mundial - una guerra tratada no como una defensa justa, pero como una venganza seguramente será un pretexto para otra venganza, que inevitablemente causará «una espiral de odio y violencia». «¿Vale la pena enojar a un mil millones de musulmanes?» preguntaba retóricamente el secretario de estado vaticano Angelo Sodano. Ya desde el otoño del año 2001 Juan Pablo II apelaba por ayuno y oración por la paz del mundo. El 24 de enero del año 2002 en Asís tuvo lugar un encuentro, durante el cual los representantes de varias religiones rezaban por la paz mundial y junto condenaron el terrorismo. El más grande grupo no cristiano fueron los musulmanes. El papa anunció el siguiente Día de Oración y Ayuno en la intención de la paz mundial el 5 de marzo del año 2003, justo antes del estallido de la guerra. Después del anuncio de la doctrina de la guerra preventiva en el año 2001, la diplomacia papal no dejó ningunas dudas sobre la opinión de la Santa Sede. A la luz de las enseñanzas de la Iglesia, la guerra preventiva no puede ser considerada como algo justificado. Ante todo, no era ni una guerra defensiva ni una guerra apoyada por una autoridad internacional, y esas fueron las únicas guerras que la Iglesia podría considerar como “guerras justas”. La otra condición era una convicción de que la decisión sobre la guerra no conducirá al mal más grande que el abandono de la guerra. Según la Santa Sede, una adaptación de la doctrina preventiva amenazaba no solo al Medio Oriente, pero también podría desestabilizar «todas las relaciones internacionales». El tiempo mostraría que la tragedia causada por la guerra en Irak era más grande que lo podrían pronosticar los pacifistas más firmes.
La línea diplomática básica de Juan Pablo II era la dependencia de la autoridad de la ONU. El 18 de febrero el papa se reunió con el secretario general de la organización para discutir el asunto de Irak. Juan Pablo II llamó la atención a la necesidad de seguir la resolución de la ONU por ambas partes. Si no, advirtió, «en la gente se nace una tentación de creer cada vez menos en la utilidad del diálogo». En una manera indirecta, señaló la hipocresía de los Estados Unidos, que, contra la voluntad de la ONU, fueron listos para castigar la resistencia de Irak contra la ONU.
En febrero del año 2003 el embajador americano ante la Santa Sede organizó en el Vaticano un simposio, el objetivo de cual fue convencer a Juan Pablo II de bendecir la guerra en Irak. Nada salió de eso, al contrario: en los ojos del papa, los americanos con su teoría de guerra preventiva se convirtieron en «un nuevo peligro, que amenaza la paz y sobre el cual hay que informar a la luz de la orden social cristiana».
En lugar de apoyar a la política americana, Juan Pablo II empezó en febrero una acción intensiva por la paz. En tres semanas se reunió con seis políticos o activistas, entre otros con los aliados de los Estados Unidos: el primer ministro británico Tony Blair, el presidente español José María Aznar y los representantes de Irak e Irán. Mandó también sus representantes a George Bush y Sadam Huseín. La reacción de Sadam no es conocida, mientras que Bush, según los informes de medios, guardó la carta en su escritorio sin leerla. Juan Pablo II hasta el final intentaba mostrar a la opinión pública mundial el peligro de la guerra en el Medio Oriente. Durante Ángelus el 16 marzo del año 2003 pronosticó los extremismos que nacerían después de la agresión de los países del Oeste. El día siguiente, Bush dió el ultimátum a Sadam Huseín; tres días más tarde empezó la guerra.
Guerra y su consecuencias
Los ejércitos de la coalición marcharon sobre Irak desde Kuwait y fueron compuestos de 250.000 soldados americanos, 45.000 soldados británicos, 2.000 soldados australianos y casi 200 soldados polacos. Después de tres semanas llegaron a la capital del país y el 9 de abril la ciudad fue formalmente bajo el control de las fuerzas americanas. Fue anunciada la oficial toma del poder en el país entero. Los avances de las fuerzas terrestres fueron acompañados por unas incursiones de bombarderos. Las estimaciones sobre los matados en la guerra difieren mucho, pero al menos unos miles de civiles iraquíes murieron durante la guerra. Los americanos esperaban una rebelión de los iraquíes contra el régimen de Sadam Huseín. Una parte de los habitantes de verdad recibió a los americanos con entusiasmo y participó en el derribamiento de los monumentos del vencido dictador. Pero rápidamente resultó que cada vez más gran parte de la población, incluso los oponentes de Sadam Huseín, perciben la coalición occidental como invasores. El 1 mayo del año 2003 George W. Bush anunció públicamente que las operaciones de combate de la invasión de Irak han sido terminadas. En cambio, se empezaban guerras nuevas: guerra partidista contra los invasores y guerra civil entre los grupos que querían tomar el poder. Sadam Huseín basaba su gobierno en la minoría de sunitas. Después de la invasión americana, la mayoría chiita llegó al poder. Los sunitas empezaron a ser discriminados; el gobierno fue acusado de organizar masacres de  los sunitas. Hubo un conflicto religioso a gran escala. Cada año, miles de personas morían en atentados terroristas. Las víctimas principales fueron los civiles iraquíes. También estalló una persecución de la minoría cristiana. Desde el año 2003 hasta el año 2015, el número de los cristianos en Irak se hizo tres veces menor - desde el 1,5 millón hasta el 0,5 millón de personas. La administración americana empezó también a mostrar una cara desconocida. Unas fotos de la prisión de Abu Ghraib, en la cual el personal americano atormentaba a los prisioneros, circularon por el mundo. Ocurrieron unos asesinatos de civiles por los soldados americanos. También contra los soldados británicos aparecieron acusaciones de agresión, torturas y asaltos sexuales.
La guerra en Irak causó también una crisis humanitaria, el nivel de la desnutrición creció drásticamente, la mayoría de iraquíes no tenía acceso al agua potable, al norte del país había un brote de epidemia de cólera. Hasta el año 2006, la mitad de los doctores dejó el país. Más de 4 millones de los habitantes tuvieron que cambiar a la fuerza su lugar de residencia, adicional 2 millones dejaron Irak para siempre.
Es difícil contar todas las víctimas de esa guerra. Según varias estimaciones, como el resultado de la guerra, los atentados y otras consecuencias de comenzar la guerra murieron desde 100.000 hasta más de 1.000.000 personas. Y eso no fue el fin de la pesadilla de Irak.
Falso pretexto
Después de la retirada de las fuerzas de estabilización americanas de Irak en el diciembre del año 2011, la situación era fuera de la estabilidad. Los americanos no habían encontrado ni rastros del programa de desarrollo de las armas de destrucción masiva de Sadam Huseín, ni sus lazos con Al Qaeda. No lograron implementar un sistema democrático estable, tampoco lograron conducir al desarrollo económico del país. El fracaso más grande de los americanos fue en la lucha con el terrorismo. Provocaron a los terroristas a una actividad en la escala desconocida hasta ese tiempo. En diciembre del año 2013, estalló un nuevo conflicto. El Estado Islámico, una organización sunita terrorista radical tomaba control sobre cada vez más grandes territorios en Irak y Siria, al mismo tiempo haciendo unos actos de asesinato en los pueblos conquistados. Irak se sumergió en guerra durante los siguientes cuatro años.
Polacos contra el papa
Juan Pablo II no logró convencer a los líderes mundiales a renunciar a las acciones militares. Significante es el hecho que también en Polonia, donde la influencia de Juan Pablo II parecía tan grande, su lucha resuelta por la paz en el Medio Oriente no ganó mucha popularidad. La gran mayoría de la élite política apoyó a la lucha americana por la guerra. Todas las principales fuerzas políticas - la coalición gobernante y los dos partidos de oposición más grandes - acordaron la participación en la guerra y la estabilización de Irak. El ejército polaco mandó el tercer ejército más grande de la coalición ocupante Irak con el apoyo de los medios influyentes, también los católicos.
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