La peregrinación a Tierra Santa, del 20 al 26 de marzo
El viaje jubilar a Tierra Santa fue un punto importante de las celebraciones de los 2000 años de Cristiandad. El Papa visitó las tierras, sobre las cuales caminó Jesucristo, y, al mismo tiempo, los lugares importantes para las tres religiones monoteístas, que están marcados por conflictos políticos.
Foto: Juan Pablo II en el Muro de las Lamentaciones
El curso de la peregrinación
Desplazarse por la línea de tiempo
20 de marzo 2000
AMÁN (la capital de Jordania): Bienvenida en el aeropuerto por el rey Abdalá II bin Al Hussein, los representantes del gobierno, el cuerpo diplomático y los representantes de la Iglesia.MONTE NEBO: Oración en la Basílica de Moisés, plantación y bendición de un olivo.MADABA: Una breve parada en la capital de cristiandad de Jordania, famosa por el gran mosaico del siglo VI que representa una mapa de Jerusalén y Tierra Santa.AMÁN: Visita oficial al rey Abdalá II y su esposa, reina Rania.
21 de marzo 2000
AMÁN: Misa en el estadio, en la cual participaron cerca de 40.000 personas. Durante la Eucaristía, 2.000 niños recibieron la Primera Comunión.Encuentro con el patriarca de Jerusalén, Michel Sabbah y los obispos católicos de Jordania.WADI-AL-KHARRAR: Liturgia de palabra en el lugar donde, según la tradición cristiana, Jesucristo fue bautizado.AMÁN: Despedida y partida a Israel.TEL AVIV (Israel): Llegada desde Jordania. Bienvenida en el Aeropuerto Ben Gurión por el presidente Ezer Weizman y los representantes de las autoridades de la Iglesia.JERUSALÉN: Estancia en la delegación apostólica al pie del Monte de los Olivos.
22 de marzo 2000
Estancia en la tierra palestinaAL-MAGHTAS: Oración en el lugar del bautismo de Jesucristo (según una de las tradiciones).BELÉN: Bienvenida por Yasser Arafat, el líder de los palestinos.Misa en la Plaza del Pesebre.Almuerzo en la casa para los peregrinos.Oración privada en la Gruta de la Natividad.DHEISHEH: Visita al campo de refugiados palestinos.BELÉN: Encuentro oficial con Yasser Arafat.Regreso a Jerusalén.
23 de marzo 2000
JERUSALÉN: Misa en el “aposento alto” en el Cenáculo.Encuentro en la sede de Gran Rabinato con el Gran Rabino de Israel, Meir Lau, y el rabino Bakshi-Doron.Encuentro en el palacio presidencial con el presidente Ezer Weizman, su familia y el cuerpo diplomático.Visita a Yad Vashem.Encuentro en el Instituto Pontificio Notre Dame con los líderes de las comunidades religiosas judías, musulmanas y cristianas.
24 de marzo 2000
KORAZIM: Llegada desde Jerusalén.MONTE DE LAS BIENAVENTURANZAS: Misa en cual participaron 100.000 jóvenes.Encuentro con el primer ministro de Israel Ehud Barak.Peregrinación
en los pasos de Jesús a orillas del mar de Galilea (Tabgha - la Iglesia
del Primado de San Pedro, Cafarnaúm - “La Casa de Pedro”).Regreso a Jerusalén.
25 de marzo 2000
NAZARETH: Misa en la Basílica de la Anunciación.JERUSALÉN: Encuentro con los cónsules generales residentes en Jerusalén.Oración en la iglesia y el Huerto de Getsemaní.Reunión
ecumenica en la residencia del patriarca greco ortodoxo de Jerusalén,
Diodoro I, con los representantes de las iglesias cristianas presentes
en Tierra Santa.
26 de marzo 2000
JERUSALÉN: Visita al gran mufti de Jerusalén y Tierra Santa, el jeque Ekrima Sabri.Encuentro al Muro de las Lamentaciones con el Ministro de Asuntos Sociales y la Diáspora israeli el rabino Michael Melchior.Oración en la iglesia de Santo Sepulcro y la misa en la capilla de la aparición de Jesús después de Su resurrección.Partida hacia Tel Aviv.TEL AVIV: Despedida oficial y partida hacia Roma.
Objetivo
En el año 2000, cuando la Iglesia entraba en el tercer milenio de cristiandad, Juan Pablo II decidió ir a los lugares bíblicos, a las raíces de fe. El viaje a las fuentes de la fe, el apoyo al diálogo interreligioso y a la paz - esos fueron los tres objetivos de la visita a Tierra Santa, sobre los cuales el papa habló durante la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto en Tel Aviv.
«Esta visita es a la vez una peregrinación personal y un viaje espiritual del Obispo de Roma a los orígenes de nuestra fe en el "Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"» destacó Juan Pablo II. La primera parte de la peregrinación jubilar fue la visita al monte Sinaí en Egipto a finales de febrero del año 2000. En la segunda etapa, el papa visitó los lugares directamente vinculados con la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo.
Además, el viaje tuvo el objetivo de fortalecer la paz y el diálogo interreligioso. Como dijo Juan Pablo II, la peregrinación «es un tributo a las tres tradiciones religiosas que coexisten en esta tierra. [...] Rezo para que mi visita contribuya a fomentar el diálogo inter-religioso que llevará a judíos, cristianos y musulmanes a individuar en las respectivas creencias y en la fraternidad universal que une a todos los miembros de la familia humana, el motivo y la perseverancia para obrar en favor de aquella paz y aquella justicia que los pueblos de Tierra Santa todavía no poseen y a las cuales aspiran profundamente».
«Esta visita es a la vez una peregrinación personal y un viaje espiritual del Obispo de Roma a los orígenes de nuestra fe en el "Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"» destacó Juan Pablo II. La primera parte de la peregrinación jubilar fue la visita al monte Sinaí en Egipto a finales de febrero del año 2000. En la segunda etapa, el papa visitó los lugares directamente vinculados con la vida, la muerte y la resurrección de Jesucristo.
Además, el viaje tuvo el objetivo de fortalecer la paz y el diálogo interreligioso. Como dijo Juan Pablo II, la peregrinación «es un tributo a las tres tradiciones religiosas que coexisten en esta tierra. [...] Rezo para que mi visita contribuya a fomentar el diálogo inter-religioso que llevará a judíos, cristianos y musulmanes a individuar en las respectivas creencias y en la fraternidad universal que une a todos los miembros de la familia humana, el motivo y la perseverancia para obrar en favor de aquella paz y aquella justicia que los pueblos de Tierra Santa todavía no poseen y a las cuales aspiran profundamente».
Contexto
El Papa fue a unos territorios marcados por el conflicto político desde largo plazo entre Israel y los palestinos. El Estado de Israel fue fundado en el año 1948, mientras la Autoridad Palestina, que abarca la Cisjordania y la Franja de Gaza, fue fundada 6 años antes de la visita del Papa (y convertida en el Estado de Palestina en el año 2013). Los palestinos, en mayoría musulmanes, se ven a sí mismos como habitantes nativos de esa tierra.
Juan Pablo II visitó Jerusalén que es considerada como la ciudad santa para las tres grandes religiones - cristiandad, judaísmo e islam. Al mismo tiempo, dos naciones - israelí y palestina - la consideran su capital.
Este contexto hizo que el viaje a Tierra Santa fuese también un reto diplomático, para que los bandos en conflicto no usaran este peregrinaje para sus objetivos políticos.
Juan Pablo II visitó Jerusalén que es considerada como la ciudad santa para las tres grandes religiones - cristiandad, judaísmo e islam. Al mismo tiempo, dos naciones - israelí y palestina - la consideran su capital.
Este contexto hizo que el viaje a Tierra Santa fuese también un reto diplomático, para que los bandos en conflicto no usaran este peregrinaje para sus objetivos políticos.
Curso de la peregrinación
20 al 21 de marzo, Jordania
Después de la bienvenida en el aeropuerto, el Papa fue al santuario al Monte Nebo. Desde ese lugar, según la tradición, Moisés vió la Tierra Prometida después de 40 años de viaje a través del desierto.
Al siguiente día, en Amán, la capital de Jordania, durante la misa celebrada en el estadio, el Papa dio la Primera Comunión a 2.000 niños. En la liturgia, además de los católicos, también participaron grupos que representaban a otras denominaciones cristianas y musulmanas. El mismo día, el Papa fue también al valle Wadi-al-Kharrar, donde San Juan el Bautista había bautizado a la gente en las aguas del río Jordán.
En Jordania, Juan Pablo II fue hospedado por el clero, pero también por el rey Abdalá II bin Al Hussein, y su esposa, la reina Rania.
La visita a la tierra de Jesús fue el enfoque central del viaje del Papa. Después de la ceremonia en el aeropuerto en Tel-Aviv, Juan Pablo II fue a los territorios palestinos, a Belén, donde había nacido Jesucristo. Hizo una parada en Al-Maghtas, que, según una de las tradiciones, es considerado el lugar del bautismo de Jesús. En la plaza frente de la Basílica de la Natividad, el Papa celebró la misa sobre la Natividad del Señor.
Desde Belén, el Papa fue a Dheisheh, campamento de refugiados palestinos cerca de Belén, uno de los lugares, donde vivían los palestinos que habían tenido que abandonar sus casas a causa del conflicto entre Israel y la Autoridad Palestina. Juan Pablo II fue acompañado por el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, con el cual luego tuvo una reunión oficial.
Desde el 23 de marzo, Juan Pablo II ya estaba en las tierras de Israel, visitando otros lugares bíblicos. Vino al Cenáculo a Jerusalén, donde Jesús había celebrado la Última Cena e instituido los sacramentos de la eucaristía y el orden sacerdotal. En ese lugar, el Papa firmó la Carta a los Sacerdotes con ocasión del Jueves Santo del año 2000. Los siguientes días, el Papa viajaba en los pasos de Jesús a orillas del mar de Galilea, visitando los lugares, donde Jesús estaba enseñando y donde multiplicó los panes. Hizo una parada en la Iglesia del Primado de San Pedro, que conmemora la encomienda a San Pedro de la tarea de gobernar de la Iglesia, y la Casa De Pedro en Cafarnaúm.
El 25 de marzo, el día de Anunciación del Señor, Juan Pablo II fue a Nazaret, la ciudad de origen de María, donde Jesús también pasó muchos años de su vida. Ese fue el lugar donde fue anunciado a María, que iba a ser la madre de Jesús, y donde tuvo lugar la Encarnación del Hijo de Dios. Después, el Papa regresó a Jerusalén. Luego, su camino conducía a través del Huerto de Getsemaní, donde Jesús oró antes de su pasión y muerte. Al fin de esa visita, el Papa fue a los lugares de la muerte y resurrección de Jesús - la capilla de la Crucifixión y Santo Sepulcro.
En Israel, el Papa fue hospedado por el patriarca latino de Jerusalén, Michel Sabbah, y el gobierno del país, encabezado por el presidente Ezer Weizman y el primer ministro, Ehud Barak. Juan Pablo II también se reunió con muchos representantes de numerosas denominaciones cristianas presentes en Tierra Santa.
La peregrinación tuvo un fuerte acento de interreligiosidad y paz. El Papa pasó algunas horas en Yad Vashem, el lugar conmemorativo de los 6 millones de judíos, que fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial. En la sede de Gran Rabinato se reunió con los Grandes Rabinos de Israel: asquenazí (de rito occidental) Meir Lau y sefardí (de rito oriental) Elyiahu Bakshi-Doron. También, como los judíos que rezan allí, puso una plegaria escrita entre las piedras del Muro de las Lamentaciones, que fue el muro del antiguo Templo de Jerusalén. Fue una plegaria propiciatoria, una súplica por una nueva fraternidad con el pueblo elegido y el perdón de pecados de los cristianos contra los hijos de Abraham.
La reunión de los representantes de las tres religiones monoteístas tuvo lugar en el Instituto Pontificio Notre Dame. En el encuentro participaron el Gran Rabino de Israel Meir Lau, el representante de Gran Mufti de Jerusalén el jeque Taissir Al-Tamimi, el ortodoxo patriarca de la Iglesia apostólica armenia Torkom Manoogian, el patriarca latino de Jerusalén Michel Sabbah, los representantes de las comunidades anglicanas y protestantes, entre otros.
Después de la bienvenida en el aeropuerto, el Papa fue al santuario al Monte Nebo. Desde ese lugar, según la tradición, Moisés vió la Tierra Prometida después de 40 años de viaje a través del desierto.
Al siguiente día, en Amán, la capital de Jordania, durante la misa celebrada en el estadio, el Papa dio la Primera Comunión a 2.000 niños. En la liturgia, además de los católicos, también participaron grupos que representaban a otras denominaciones cristianas y musulmanas. El mismo día, el Papa fue también al valle Wadi-al-Kharrar, donde San Juan el Bautista había bautizado a la gente en las aguas del río Jordán.
En Jordania, Juan Pablo II fue hospedado por el clero, pero también por el rey Abdalá II bin Al Hussein, y su esposa, la reina Rania.
21 al 26 de marzo, Israel y la Autoridad Palestina
La visita a la tierra de Jesús fue el enfoque central del viaje del Papa. Después de la ceremonia en el aeropuerto en Tel-Aviv, Juan Pablo II fue a los territorios palestinos, a Belén, donde había nacido Jesucristo. Hizo una parada en Al-Maghtas, que, según una de las tradiciones, es considerado el lugar del bautismo de Jesús. En la plaza frente de la Basílica de la Natividad, el Papa celebró la misa sobre la Natividad del Señor.
Desde Belén, el Papa fue a Dheisheh, campamento de refugiados palestinos cerca de Belén, uno de los lugares, donde vivían los palestinos que habían tenido que abandonar sus casas a causa del conflicto entre Israel y la Autoridad Palestina. Juan Pablo II fue acompañado por el presidente de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, con el cual luego tuvo una reunión oficial.
Desde el 23 de marzo, Juan Pablo II ya estaba en las tierras de Israel, visitando otros lugares bíblicos. Vino al Cenáculo a Jerusalén, donde Jesús había celebrado la Última Cena e instituido los sacramentos de la eucaristía y el orden sacerdotal. En ese lugar, el Papa firmó la Carta a los Sacerdotes con ocasión del Jueves Santo del año 2000. Los siguientes días, el Papa viajaba en los pasos de Jesús a orillas del mar de Galilea, visitando los lugares, donde Jesús estaba enseñando y donde multiplicó los panes. Hizo una parada en la Iglesia del Primado de San Pedro, que conmemora la encomienda a San Pedro de la tarea de gobernar de la Iglesia, y la Casa De Pedro en Cafarnaúm.
El 25 de marzo, el día de Anunciación del Señor, Juan Pablo II fue a Nazaret, la ciudad de origen de María, donde Jesús también pasó muchos años de su vida. Ese fue el lugar donde fue anunciado a María, que iba a ser la madre de Jesús, y donde tuvo lugar la Encarnación del Hijo de Dios. Después, el Papa regresó a Jerusalén. Luego, su camino conducía a través del Huerto de Getsemaní, donde Jesús oró antes de su pasión y muerte. Al fin de esa visita, el Papa fue a los lugares de la muerte y resurrección de Jesús - la capilla de la Crucifixión y Santo Sepulcro.
En Israel, el Papa fue hospedado por el patriarca latino de Jerusalén, Michel Sabbah, y el gobierno del país, encabezado por el presidente Ezer Weizman y el primer ministro, Ehud Barak. Juan Pablo II también se reunió con muchos representantes de numerosas denominaciones cristianas presentes en Tierra Santa.
La peregrinación tuvo un fuerte acento de interreligiosidad y paz. El Papa pasó algunas horas en Yad Vashem, el lugar conmemorativo de los 6 millones de judíos, que fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial. En la sede de Gran Rabinato se reunió con los Grandes Rabinos de Israel: asquenazí (de rito occidental) Meir Lau y sefardí (de rito oriental) Elyiahu Bakshi-Doron. También, como los judíos que rezan allí, puso una plegaria escrita entre las piedras del Muro de las Lamentaciones, que fue el muro del antiguo Templo de Jerusalén. Fue una plegaria propiciatoria, una súplica por una nueva fraternidad con el pueblo elegido y el perdón de pecados de los cristianos contra los hijos de Abraham.
La reunión de los representantes de las tres religiones monoteístas tuvo lugar en el Instituto Pontificio Notre Dame. En el encuentro participaron el Gran Rabino de Israel Meir Lau, el representante de Gran Mufti de Jerusalén el jeque Taissir Al-Tamimi, el ortodoxo patriarca de la Iglesia apostólica armenia Torkom Manoogian, el patriarca latino de Jerusalén Michel Sabbah, los representantes de las comunidades anglicanas y protestantes, entre otros.
Efectos de la peregrinación
El Papa cumplió su deseo de visitar los lugares bíblicos, que expresó desde el principio de su pontificado. En el año 2000, cuando introdujo la Iglesia en el tercer milenio de la Cristiandad, viajó a la tierra de Jesucristo. Visitó los lugares donde había nacido Jesús, donde había caminado y enseñado, donde instituyó el primado de San Pedro, donde comió la Última Cena y, al fin, el lugar de su muerte y resurrección.
Como el erudito bíblico el padre profesor Chrostowski notó, el Papa prestaba atención a la geografía bíblica, a colocar los eventos descritos en la Biblia en lugares concretos. Gracias a eso, Juan Pablo II contribuyó a la popularización de la costumbre de peregrinajes a Tierra Santa.
La visita del Papa fue también un paso importante en la lucha para la paz en esas regiones. «El Papa simplemente construía puentes sobre ríos de sangre» así resumió la significancia de esa visita Szewach Weiss, que hospedó al Papa en Yad Vashem. Juan Pablo II logró romper el contexto político, apoyando a la gente que sufre a ambos lados. Visitó campamentos de refugiados palestinos y besó la tierra palestina; al mismo tiempo honró la memoria de las víctimas del holocausto y destacó que después de 2.000 años de la diáspora las victimas de persecución tienen derecho a un país seguro.
La visita del Papa no detuvo el conflicto entre Israel y la Autoridad Palestina. Pero, como notó el padre Maciej Zięba «¿Es poca cosa, que Juan Pablo II logró construir incluso sólo una pasarela sobre los ríos de sangre que fluyen en el Medio Oriente durante decenas de siglos?».
Durante el encuentro de las tres religiones monoteístas, Juan Pablo II destacaba que la religión no es una ideología, que «la religión es enemiga de la exclusión y la discriminación, de la repugnancia y la rivalidad, particularmente cuando la identidad religiosa coincide con la identidad cultural y étnica. ¡La religión y la paz van unidas!». Como añadía el padre Zięba «el momento, cuando los musulmanes, cristianos y judíos se levantan y reaccionan a las palabras del Papa con una ovación común, y el rostro del Papa se iluminó con una sonrisa, se convirtió en una parte de la historia más reciente y común del Medio Oriente».
Como el erudito bíblico el padre profesor Chrostowski notó, el Papa prestaba atención a la geografía bíblica, a colocar los eventos descritos en la Biblia en lugares concretos. Gracias a eso, Juan Pablo II contribuyó a la popularización de la costumbre de peregrinajes a Tierra Santa.
La visita del Papa fue también un paso importante en la lucha para la paz en esas regiones. «El Papa simplemente construía puentes sobre ríos de sangre» así resumió la significancia de esa visita Szewach Weiss, que hospedó al Papa en Yad Vashem. Juan Pablo II logró romper el contexto político, apoyando a la gente que sufre a ambos lados. Visitó campamentos de refugiados palestinos y besó la tierra palestina; al mismo tiempo honró la memoria de las víctimas del holocausto y destacó que después de 2.000 años de la diáspora las victimas de persecución tienen derecho a un país seguro.
La visita del Papa no detuvo el conflicto entre Israel y la Autoridad Palestina. Pero, como notó el padre Maciej Zięba «¿Es poca cosa, que Juan Pablo II logró construir incluso sólo una pasarela sobre los ríos de sangre que fluyen en el Medio Oriente durante decenas de siglos?».
Durante el encuentro de las tres religiones monoteístas, Juan Pablo II destacaba que la religión no es una ideología, que «la religión es enemiga de la exclusión y la discriminación, de la repugnancia y la rivalidad, particularmente cuando la identidad religiosa coincide con la identidad cultural y étnica. ¡La religión y la paz van unidas!». Como añadía el padre Zięba «el momento, cuando los musulmanes, cristianos y judíos se levantan y reaccionan a las palabras del Papa con una ovación común, y el rostro del Papa se iluminó con una sonrisa, se convirtió en una parte de la historia más reciente y común del Medio Oriente».
Curiosidades
Sin chaleco
La visita del Papa fue protegida por 22.000 policías y agentes de seguridad. Se recomendo que el Papa llevara un chaleco antibalas hecho de una manera especial. El hecho que, cómo informó el portavoz del Vaticano, el Papa no llevase ese chaleco, recibió una amplia cobertura de los medios.
Los habitantes de Tierra Santa en su mayoría esperaban la visita de Juan Pablo II con sinceridad. Pero aparecieron unos grupos pequeños opuestos a ese viaje, p.ej. un grupo extremista de judíos hizo una ceremonia de lanzamiento de una maldición al Papa, que fue mostrada por los medios.
Altercado durante el encuentro interreligioso
El encuentro interreligioso en el Instituto Notre Dame en Jerusalén fue interrumpido por un altercado entre representantes de dos naciones y religiones. El rabino Meir Lau dio gracias al Santo Padre por el reconocimiento del Estado de Israel con Jerusalén como su capital eterna (aunque el Papa no lo había dicho). En respuesta el Ministro de Justicia el jeque al-Tamimi llamó Jerusalén «la capital inmemorial de islam y del mundo arábico» y demandó el retorno de las ciudades y los barrios ocupados. Juan Pablo II también tuvo su discurso, que fue un mensaje de paz fue muy bien recibido. Al fin del encuentro el Santo Padre plantó un olivo, símbolo de paz y reconciliación.
La visita del Papa fue protegida por 22.000 policías y agentes de seguridad. Se recomendo que el Papa llevara un chaleco antibalas hecho de una manera especial. El hecho que, cómo informó el portavoz del Vaticano, el Papa no llevase ese chaleco, recibió una amplia cobertura de los medios.
Los habitantes de Tierra Santa en su mayoría esperaban la visita de Juan Pablo II con sinceridad. Pero aparecieron unos grupos pequeños opuestos a ese viaje, p.ej. un grupo extremista de judíos hizo una ceremonia de lanzamiento de una maldición al Papa, que fue mostrada por los medios.
Altercado durante el encuentro interreligioso
El encuentro interreligioso en el Instituto Notre Dame en Jerusalén fue interrumpido por un altercado entre representantes de dos naciones y religiones. El rabino Meir Lau dio gracias al Santo Padre por el reconocimiento del Estado de Israel con Jerusalén como su capital eterna (aunque el Papa no lo había dicho). En respuesta el Ministro de Justicia el jeque al-Tamimi llamó Jerusalén «la capital inmemorial de islam y del mundo arábico» y demandó el retorno de las ciudades y los barrios ocupados. Juan Pablo II también tuvo su discurso, que fue un mensaje de paz fue muy bien recibido. Al fin del encuentro el Santo Padre plantó un olivo, símbolo de paz y reconciliación.
Las palabras elegidas del papa de la peregrinación
"Para todos nosotros Jerusalén, como indica su nombre, es la "ciudad de la paz". Quizá ningún otro lugar en el mundo transmite el sentido de trascendencia y elección divina que percibimos en sus piedras, en sus monumentos y en el testimonio de las tres religiones que conviven dentro de sus murallas. No todo ha sido o será fácil en esta coexistencia. Pero debemos encontrar en nuestras respectivas tradiciones religiosas la sabiduría y la motivación superior para garantizar el triunfo de la comprensión mutua y del respeto cordial".
Encuentro Interreligioso, discurso de Juan Pablo II, Instituto Pontificio Notre Dame, Jerusalén, 23 de marzo de 2000
Aquí, en el Santo Sepulcro y en el Gólgota, a la vez que renovamos nuestra profesión de fe en el Señor resucitado, ¿podemos dudar de que con el poder del Espíritu de vida recibiremos la fuerza para superar nuestras divisiones y trabajar juntos a fin de construir un futuro de reconciliación, unidad y paz? Aquí, como en ningún otro lugar de la tierra, oímos una vez más al Señor que dice a sus discípulos: "¡Ánimo!: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33).
(...)
En este lugar, donde se dio a conocer la Resurrección primero a las mujeres y luego a los Apóstoles, invito a todos los miembros de la Iglesia a renovar su obediencia al mandato del Señor de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra. En el alba de un nuevo milenio es muy necesario proclamar desde los tejados la buena nueva de que "tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16). "Señor, (...) tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68). Hoy, como indigno Sucesor de Pedro, deseo repetir estas palabras mientras celebramos el sacrificio eucarístico en este lugar, el más santo de la tierra. Con toda la humanidad redimida, hago mías las palabras que Pedro, el pescador, dirigió a Cristo, Hijo del Dios vivo: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna".
Christós anésti.
¡Jesucristo ha resucitado! ¡En verdad, ha resucitado! Amén.
Homilía Juan Pablo II, Basílica del Santo Sepulcro, Jerusalén, 26 de marzo de 2000
(...)
En este lugar, donde se dio a conocer la Resurrección primero a las mujeres y luego a los Apóstoles, invito a todos los miembros de la Iglesia a renovar su obediencia al mandato del Señor de anunciar el Evangelio hasta los confines de la tierra. En el alba de un nuevo milenio es muy necesario proclamar desde los tejados la buena nueva de que "tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16). "Señor, (...) tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68). Hoy, como indigno Sucesor de Pedro, deseo repetir estas palabras mientras celebramos el sacrificio eucarístico en este lugar, el más santo de la tierra. Con toda la humanidad redimida, hago mías las palabras que Pedro, el pescador, dirigió a Cristo, Hijo del Dios vivo: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna".
Christós anésti.
¡Jesucristo ha resucitado! ¡En verdad, ha resucitado! Amén.
Homilía Juan Pablo II, Basílica del Santo Sepulcro, Jerusalén, 26 de marzo de 2000
Fuentes
Fotografías/documentos
Grabaciones de audio
Grabaciones de video
Documentos
Lugar del evento
Elegir un lugar ...
AMÁN
MONTE NEBO
BELÉN
DHEISHEH
JERUSALÉN
TEL AVIV
KORAZIM
NAZARETH
Słowa kluczowe
Hasła ogólne:
Indeks osobowy:
Indeks geograficzny:
Rok:
Materiales relacionados:
El proyecto realizado por: 

El proyecto se cofinancia con: 

Mecenazgo: 

Socios: 






























